Pareciera que los espacios educativos son sitios en los que correr riesgos es prácticamente imposible. Quizás por esto las preguntas se limitan a corroborar lo sabido, el conocimiento se posee,
Pareciera que los espacios educativos son sitios en los que correr riesgos es prácticamente imposible. Quizás por esto las preguntas se limitan a corroborar lo sabido, el conocimiento se posee, la subjetividad se ordena al método. Como si unos determinaran los resultados a alcanzar y otros quedaran sujetos a ese proceso aun antes de iniciar su travesía. Trabajar por los alumnos es asumir entre adultos la responsabilidad ética y política por la enseñanza, pensando al compás de las propias inquietudes, abriendo el juego de las preguntas en nuevos campos del saber, inventando en los límites de lo aprendido. Necesitamos abrir los lugares y los días a la posibilidad de otras experiencias, ir explorando entre posibilidades, diferentes modos de ser y de hacer en el encuentro pedagógico. Pensar-hacer la escuela como un lugar que nos albergue y otorgue espacio al encuentro con lo desconocido, recuperando el propio deseo de aprender, reponiendo al tiempo escolar la apuesta por la vida.